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HAITI: HA PREDOMINADO LA MENTIRA Y EL SILENCIO SOBRE LA VERDAD HISTÓRICA

Haití, ni como Estado ni como pueblo, nos invadió antes, y menos ahora. Se trata de una mentira impuesta por casi dos siglos, que ha servido para afectar gravemente nuestra identidad como pueblo negro y mulato.


Por Narciso Isa Conde 

Predominó la mentira, en tanto el peso hegemónico de la elites pro colonialistas y pro imperialista impuso el silencio y ocultó,  generaciones tras generaciones, el valor que para la lucha por la igualdad y la verdadera democracia, representa la epopeya haitiana iniciada en 1804 y extendida a toda la isla en 1822.

Haití, ni como Estado ni como pueblo, nos invadió antes, y menos ahora. Se trata de una mentira impuesta por casi dos siglos, que ha servido para afectar gravemente nuestra identidad como pueblo negro y mulato.

La venganza contra el pueblo negro que protagonizó ese ejemplo de rebeldía y creación de libertad e igualdad ha sido tan cruel que lo ha  forzado a emigrar con los pies descalzos y con su miseria a cuesta; incluso aceptando para poder sobrevivir, en su territorio y en su vecindad dominicana, nuevas modalidades de la esclavitud que se propuso abolir cuando inicio en Nuestra América la ruta inconclusa de la independencia y la liberación social.

En lo que corresponde a la relación con nuestro país, como uno de los receptores de su dramático proceso migratorio, la reedición de esas modalidades esclavistas o semi-esclavistas se expandieron con la contratación de braceros haitianos para el corte de la caña y se extienden en el tiempo hasta el presente, ya sin contratos y no solo en la industria azucarera, también en las plantaciones cafetaleras y arroceras, en la industria de la construcción y en múltiples variantes de la economía informal.

El tráfico de seres humanos desde Haití continúa, ahora sin contratos intergubernamentales, mediado por el negocio fronterizo a cargo de jefes militares, empresarios inescrupulosos, latifundistas, constructores y políticos corruptos; desbordándose hacia múltiples formas de sobrevivencias impregnadas de inhumanidad.

La explotación, la sobre-explotación, la negación de derechos de todo tipo, el maltrato, la persecución y el abuso policial-militar, el trato desigual… adquieren carácter de normas y costumbre dominantes;  abusos y crueldades de lo que no están exentos centenares de miles de sus descendientes nacidos aquí; recientemente condenados a la apatridia, a la condición de indocumentados sin nacionalidad, por una sentencia del Tribunal Constitucional que le niega la nacionalidad y la ciudadanía dominicana a todos los nacidos/as después del 1929 (178-13); a toda luces inspirada en la legislación y las costumbres racistas de la época de la colonia y la opresión esclavista

Vinculado a esto -aunque no con tanta saña, tantos odios y tales niveles de discriminación- las modalidades semi-esclavistas de explotación y formas de vida sumamente crueles se siguen reproduciendo contra la población dominicana negra y mulata, femenina e infantil.

Esto pasa sobre todo en gran parte de la sociedad que vive en condición de extrema pobreza y exclusión; evidenciándose así los enormes daños generados por el reciclamiento -auxiliado por el ocultamiento del valor de las luchas histórica, por la cultura de la desigualdad y la negación de derechos y necesidades humanas, y por la ideología racista y patriarcal- asumidas e interiorizadas por formaciones económicas-sociales impregnadas de deshumanización y basadas básicamente en el lucro y la acumulación de riqueza, como lo es  el capitalismo.

Concluyo  llamando la atención sobre este párrafo del artículo de Quisqueya Lora H. -citado más arriba- convocándonos a reencontrarnos con nuestro pasado esclavo y a reconocer el valor inmenso de esa conquista ocultada:

“El racismo constituye una de las herencias más duraderas del colonialismo. República Dominicana tiene que reencontrarse con su pasado esclavo, entender lo que significó, la riqueza que hay en ese pasado, pero también el lastre que ha dejado en nosotros. Recordar y celebrar que el 9 de febrero de 1822, de golpe y porrazo fue abolida la esclavitud y las distinciones formales basadas en el color de la piel podría ser un inicio. Este evento trascendental, quizás la última conquista de la Revolución Haitiana, nos invita a que tomemos conciencia de las múltiples formas en que los dominicanos y dominicanas han luchado por su libertad, , sus derechos y su identidad.” (Obra cit. LA CONQUISTA OLVIDADA)

Es la mejor manera de entender a fondo nuestro presente y de forjar un futuro de felicidad y hermandad entre los dos pueblos, que aun  agobiados por múltiples penurias y sufrimientos, aman y ejercen la alegría, venciendo -como diría Hugo Tolentino Dipp en su LUPERÓN- “paso a paso y dolor a dolor”, la tristeza que sus verdugos tratan de imponerles.

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19-02-2022, Santo Domingo, RD

Nerciso Isa Conde
Narciso Isa Conde
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