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Marileidy Paulino y la Realidad de Ser Negro en la República Dominicana

El país se detendrá durante esos minutos que dure la competencia. Ojalá podamos celebrar su éxito y prolongar la fiesta

Por Felipe Lora Longo

Hoy, “el país se detendrá durante esos minutos que dure la competencia” mientras millones de dominicanos se preparan para ver a Marileidy Paulino competir en los Juegos Olímpicos de París 2024, hay una realidad que no podemos ignorar. El éxito de Marileidy, su reconocimiento y el cariño que ahora recibe, no solo es un reflejo de su talento y esfuerzo, sino también de lo que implica ser una persona negra en la República Dominicana: tener que ser excepcional para ser reconocido.

En un país donde el racismo es un tema silenciado, el odio hacia los haitianos se normaliza, y las oportunidades para los jóvenes son escasas, el éxito de Marileidy Paulino se convierte en una historia que va más allá del deporte. Es una historia de lucha, de superación de barreras que muchas veces se presentan por el simple hecho de tener un color de piel más oscuro.

El racismo en la República Dominicana es una realidad que muchos prefieren ignorar. Se manifiesta no solo en la discriminación diaria, sino también en la falta de apoyo y recursos para aquellos que no encajan en el estereotipo eurocéntrico que aún prevalece. Marileidy Paulino, al igual que muchos otros atletas dominicanos, ha tenido que luchar no solo contra sus rivales en la pista, sino también contra un sistema que históricamente ha relegado a los afrodescendientes a los márgenes.

Y si ser negro es un reto en la sociedad dominicana, ser haitiano o tener ascendencia haitiana es aún más complicado. El odio hacia los haitianos, alimentado por prejuicios históricos y políticos, crea un ambiente en el que cualquier persona de origen haitiano o con rasgos que se asocian con esta comunidad debe esforzarse el doble para ser aceptada y respetada.

Es preocupante ver cómo, en un país que se jacta de ser multicultural y diverso, los jóvenes tienen tan pocas oportunidades. El apoyo a los atletas es limitado, y la historia de Marileidy no es una excepción. Su éxito es producto de un esfuerzo titánico, de un sacrificio personal y familiar, y de una resiliencia que muchos jóvenes no logran desarrollar debido a la falta de apoyo y de un sistema que los respalde.

Es hora de que como sociedad nos hagamos preguntas incómodas. ¿Por qué una joven como Marileidy, para ser reconocida, ha tenido que demostrar ser la mejor en su disciplina? ¿Qué nos dice esto sobre la forma en que tratamos a nuestra juventud negra? ¿Qué futuro les estamos dejando a los jóvenes que, sin importar cuánto se esfuercen, no logran superar las barreras que el racismo, el odio y la falta de oportunidades les imponen?

Marileidy Paulino es un ejemplo, sí, pero no debería ser la excepción. Es necesario que reconozcamos el valor de cada individuo, sin importar su color de piel o su origen. Es urgente que brindemos las oportunidades y el apoyo necesario para que los jóvenes dominicanos, sin importar su contexto, puedan soñar y alcanzar el éxito sin tener que ser los mejores del mundo para ser valorados.

Hoy, mientras Marileidy compite en París, celebremos su éxito, pero también reflexionemos sobre lo que implica ser negro en la República Dominicana. Que su triunfo sea un llamado a la acción para construir una sociedad más justa, inclusiva y equitativa para todos.

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