“Un código que desprotege a la niñez, que tipifica las violaciones de las mujeres dependiendo de quién es el violador, que le garantiza impunidad a las iglesias y además a los partidos políticos por considerarlos ‘entes exentos de responsabilidad penal, es el código de la Impunidad, un Código de la Violencia, que permite que los feminicidios continúen ocurriendo.“
La reciente aprobación del nuevo Código Penal en la República Dominicana ha sido un golpe brutal a la esperanza de una justicia equitativa y una protección real para todos los ciudadanos. Sin embargo, el proceso apresurado y la falta de consulta pública han dejado en claro que este no es un código para el pueblo, sino un código de impunidad y de muerte.
Para los congresistas, la participación ciudadana fuera del tiempo electoral, se convierte es un estorbo a sus objetivos personales y pueden darse el lujo de ignorar a quienes, durante sus campañas, le mendigaban el voto. La sociedad dominicana merece respeto y un proceso más transparente y participativo. La falta de consulta pública significativa es alarmante. Los ciudadanos no tuvieron la oportunidad de expresar sus opiniones, plantear inquietudes o proponer modificaciones. ¿Cómo afectará esta legislación a quienes ya enfrentan desigualdades y discriminación? Los grupos más vulnerables, como las mujeres, los jóvenes y las minorías, deben ser parte activa en la creación de leyes que los afectarán directamente.
Ese Proyecto de la Muerte es de Luis Abinader”, decían las mujeres que protestaban con fervor frente a la Cámara de Diputados, momentos antes de que se aprobara sin darle lectura, como lo hizo la Cámara del Senado.
Uno de los temas más polémicos es la exclusión de las “tres causales” que legalizarían el aborto en ciertas circunstancias: riesgo para la vida de la madre, inviabilidad fetal y violación. La omisión de estas causales ha generado indignación entre defensores de los derechos de las mujeres. ¿Por qué se toman decisiones que afectan directamente a las mujeres sin considerar sus derechos y necesidades? Las voces de las mujeres, especialmente aquellas que enfrentan situaciones extremas, deberían haber sido escuchadas.
La pregunta persistente es: ¿por qué tanta prisa? Un proyecto tan importante como el Código Penal debería haber sido objeto de un debate exhaustivo, con la participación de expertos, académicos y la sociedad en general. ¿Por qué se aprueba sin discusión, sin la participación ciudadana y sin resolver el tema de las Tres Causales? La falta de transparencia y la urgencia en la aprobación plantean serias dudas sobre la verdadera intención detrás de esta reforma.
El nuevo Código Penal parece estar diseñado para proteger a ciertos grupos a costa del bienestar general. Al eximir de responsabilidad penal a las iglesias y a los partidos políticos, se sienta un peligroso precedente de impunidad. En lugar de avanzar hacia una justicia igualitaria, estamos retrocediendo hacia un sistema donde los poderosos son intocables y los vulnerables son desechables.
En última instancia, la lucha por una legislación justa y equitativa debe continuar. ¿Cómo podemos garantizar que las leyes reflejen verdaderamente nuestros valores y aspiraciones como sociedad? Como ciudadanos, debemos seguir exigiendo transparencia, participación y justicia. No podemos permitir que las reformas se impongan sin la aprobación del pueblo. Es hora de que nuestras voces se escuchen y que nuestras leyes reflejen verdaderamente nuestros valores y aspiraciones como sociedad.
