El eco de sus ecos confunde calaveras.
Por Luis Carvajal Núñez
El dios de los banqueros:
eslabón que conecta los huesos y los cielos,
perdona los pecados de sus huéspedes,
rompe la monotonía del Edén con las tetas de Eva,
arroja los reflejos de nuevo hacia su fuente
de agua clara,
canoniza a ídolos de barro,
pacta ternura y tiempo con demonios
y se acuesta a pensar en lo pequeño.
El aire con que sopla convoca los colores,
despabila los goces que duermen en la carne.
El eco de sus ecos confunde calaveras.
El amor brota y fluye debajo de la almohada.
Ama la lejanía.
En todo lo lejano su memoria hace mundos:
es un dios moribundo.
Emigrado de pájaros con las alas partidas:
es un dios de mentira.
Emerge en cada instante de su propia miseria:
es un dios de la guerra.
Es un dios sin poesía.

Luis Carvajal Nuñez
Coordinador Comisión Ambiental en Universidad
Autónoma de Santo Domingo – Primada de América
7 de septiembre 2013