Por Juan Miguel Perez
Ni ocupación militar extranjera, ni pandillas financiadas por élites. Viva Haití, digno y libre.
Mil veces cercado, mil veces liberado. El pueblo haitiano, rebelde siempre, motor cultural del continente, patrimonio de la humanidad.
El pueblo haitiano, una vez más en la mira de los grandes imperios, del gran capital, y de la insensible indiferencia solidaria. Salvo para naciones como Cuba, que siempre ha estado presente con sus médicos y su fidelidad a la historia de los humildes, el pueblo haitiano para el resto del mundo parece solo existir como excusa para que otros países arreglen cuentas internas o cuentas históricas con Haití.
En víspera de una nueva ocupación militar, manifestamos: ni pandillas sostenidas por élites económicas ni intervención militar extranjera. Es ampliamente sabido el trauma que suelen significar para un pueblo una intervención militar. Pero, además, ninguna de las anteriores ocupaciones de Haití ha funcionado ni cumplido su rol. Al contrario, más corrupción y más abusos han traído esas invasiones que lo que les han aportado de paz y tranquilidad al pueblo de Jacques Roumain y Jacques Viau.
En la sociedad haitiana hay hoy, al igual que ayer, cantidad extraordinaria de intelectuales y activistas, mujeres y hombres de letras y de ciencia, de educación y cultura, comprometidos con la reconstrucción de la sociedad haitiana, con la paz y la prosperidad de su pueblo, desde la justicia, la soberanía de una república y la cultura extraordinaria de su gente.
