HomeActualidadesLa Historiografía Dominicana y el Discurso de Odio Anti-haitiano.

La Historiografía Dominicana y el Discurso de Odio Anti-haitiano.



Por Felix Severino

Otra vez, el mundo al revés. Los únicos que fomentan el discurso de odio, son aquellos que los prejuicios raciales, y étnicos, los chauvinismos, y la visión sesgada de procesos históricos les impiden entender el mundo, su pasado y la realidad de los procesos políticos y económicos nacionales, insular, regionales, y mundiales.

La historia de la humanidad , y la historia de la lucha de clases, han estado plagada siempre de discursos de odios como envoltura para esconder y justificar las luchas por el reparto y la expropiación de territorios, y continentes, sus recursos naturales, y para justificar el sometimiento de poblaciones enteras a sistema de sobre explotación del principal factor generador de riqueza que siempre ha poseído la humanidad, y que las ideologías dominantes
han pretendido ocultar: Las fuerza productiva del ser humano.

Son esos procesos históricos que nos han conducido, como necesidad del desarrollo económico y social de la humanidad, a diferentes momentos del sometimiento, inicialmente total, luego relativamente parcial, y ulteriormente libre o de mercado, de las capacidades productivas del hombre. Entender esas enseñanzas históricas nos permitirá entender qué está ocurriendo en el mundo actual, y el porqué del resurgimiento de las ideologías de odios, como
mecanismo utilizados por los grupos dominantes para pretender ocultar que la dinámica de lo que ocurre hoy dia en cualquier rincón del planeta responde simplemente a la dinámica de las luchas de clases, así como de las luchas de los Estados y los imperios.

Evaluar la historia nacional, y de esta nuestra isla al margen de esa dinámica de clases, estados, e imperios, nos conduciría a ese tipo de aberraciones, y falsificaciones del cual está plagada la historiografía dominicana, y sobre la cual se ha pretendido fundamentar la conformación de la identidad nacional, así como para alimentar esa falsa rivalidad entre dominicanos y haitianos.

Esos falsificadores históricos dominicanos y españoles han pretendido presentar no sólo una historia rosado de la conquista americana y de la isla española; sino que han llegado al ridículo de asumirse como españoles a perse, o a la inversa, a afirmar que la dominicanidad, y nación dominicana estaba expresada y representada por los colonizadores españoles en 1805 en Moca, o en 1822 con la ocupación de la colonia española, dominada en ese entonce por el imperio Francés.

La lucha de clases siempre ha estado plegada de genocidio desde el inicio de la humanidad, como los ejecutados por los españoles que en los primeros dos años de la conquista aniquilaron a más de 50 mil Tainos, y donde para 1510 habían eliminados más del 90% de la población aborigen de la isla. Conocer esos sucesos es importante para valorar lo sangrienta que ha sido la lucha de clases y el surgimiento del imperialismo y el capitalismo mundial, que para viabilizar la acumulación originaria tuvo que apoyarse no sólo en el colonialismo, sino en la esclavitud de nuestras población para erigirse como potencias capitalistas mundiales. Lo contrario es usar esas verdades y medias verdades para fomentar odios y resentimientos contra los pueblos de esos imperios, y mucho menos en contra de las víctimas, como el pueblo haitiano. Eso lo ha pretendido la historiografía dominicana en aras de quere desarrollar y fundamentar una identidad nacional presentando Haití como el Imperialismo promotor del supuesto yugo contra dominicana, y de sobre la base de otras vulgares aberraciones.

Por ello esa historiografía dominicana debe ser desmitificada, pues no distingue entre luchas y contradicciones interimperialistas, con las luchas por la definición y ratificación como nación, que en el caso dominicano no asomo a pesar de la llamada independencia efímera de Núñez de Caceres en 1821,y que más bien pretendía una salida de escape al nuevo estado anti esclavista haitiano, con su pretendida anexión a la Gran Colombia, lo que más bien le replanteo al Estado Haitiano la necesidad de ratificar la unidad territorial y la integridad del naciente y acosado Estado Haitiano.

Es importante recapitular que la revolución haitiana y la independencia 1801-1804, representó la 1ra. Independencia no solo de Haití; sino de toda la isla, y sus dos pueblos. Hecho ocultado intencionalmente por la historiografía y grupos dominantes dominicanos, en su aviesa pretensión de promover una nacionalidad dominicana sobre la base del anti-haitianismo, y sobre el culto a la hispanidad, y el colonialismo español.

La realidad ha sido que a pesar de la identidad cultura y lingüístical de los descendientes españoles en la parte este, o la Santo Domingo, para esa época todavía no se había conformado el espíritu de nación, ni el criollismo, el cual empieza a configurarse bajo el fragor de las luchas separatista, después de 1844, donde el sector nacionalista fue totalmente avasallado, dominado, y expulsado por los anexionistas pro españoles. El proyecto nacional adquiere cuerpo y empieza a consumarse, con las luchas restauradoras de 1863-1865.

Esos sesgos sobre nuestra historia, y en contra de la integración económica natural de las economías dominicana-haitiana, no tienen asidero, aunque la ideología dominante ultraconservadores la promueve, y presente como insalvable el carácter cultural y étnico diferenciado de nuestros pueblos en ambas partes de la isla.

La vida demuestra a nivel internacional o local que la integración y el comercio se da por encima de estas diferencia, y que no solo es posible trabajar mancomunadamente, sino que de manera inexorable ese proceso avanza objetivamente. No solamente eso, sino que las clases dominantes y los gobiernos dominicanos la utilizan y manipulan para asegurar beneficios extraordinarios, por encima de aquello que se derivarían de procesos normales de cooperación, integración reglamentada y organizada.

Por ello la hipocresía y el doble discurso sobre la migración haitiana, y el desconocimiento de los derechos laborales y sociales de los trabajadores haitianos. No es casual el discurso de calificar la inmigración haitiana como invasión. Ello además de que se inscribe en la ideología fundacional de la dominicanidad, le imprime ilegalidad a los trabajadores haitianos para mantener deprimido el precio de su fuerza de trabajo, y sus salarios. Ello constituye una de las mayores fuentes de la sobreexplotación y la acumulación capitalista dominicana de las últimas décadas. Sobre todo cuando es consabido la gravitación de la mano de obra haitiana en la industria de la construcción, la agricultura, el comercio, y el consumo. Habria que evaluar el impacto que tienen los inmigrantes haitianos en el ensanchamiento del mercado interno, ello sin valorar la cuestión de las relaciones comerciales bilaterales.

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