Pero la historia juzgará y el pueblo sabrá castigar a los culpables pues, la misma sangre de los restauradores que expulsaron al invasor, la misma rabia que encendió la Revolución de Abril, sigue corriendo por las venas del pueblo dominicano
Mañana, en el 181 aniversario de nuestra independencia, el presidente Luis Abinader se presentará ante el país con la misma sonrisa falsa y las estadísticas manipuladas que pretenden mostrar un imaginario progreso para el pueblo.
No nos engañará: la economía no crece para los trabajadores, para los campesinos, para los estudiantes ni para las familias que cada día ven encarecer la canasta familiar y los servicios públicos. Crece, sí, pero para los oligarcas que saquean la república con su protección y para las corporaciones extranjeras que han encontrado en él un ideal y sirviente entreguista de lo que no le pertenece.
Desde su llegada al poder, Abinader ha firmado decretos y contratos que desangran el los recursos de la nación. La entrega de nuestros recursos mineros no es más que la prolongación del saqueo, con concesiones como las otorgadas a la Barrick Gold, que se lleva nuestro oro mientras deja cianuro y miseria. Nuestra fuerza laboral, convertida en mercancía barata, es explotada en las zonas francas donde la miseria se disfraza de empleo y el sudor del obrero engorda las cuentas bancarias de multinacionales.
Pero la depredación no se detiene ahí. El agua, bien sagrado de la vida, ha sido puesta en subasta. Las propuestas “Ley de Agua” no buscan garantizar este derecho a los dominicanos, sino abrir las puertas a su privatización, para que la sed del pueblo se convierta en ganancia de unos pocos. Y no olvidemos la venta de nuestras playas y las concesiones al turismo voraz que expulsa a los dominicanos de su propio territorio, convirtiendo lo que era nuestro en un lujo exclusivo para extranjeros.
El gobierno de Abinader no solo vende la patria, también vende la soberanía. Ha puesto nuestra seguridad nacional al servicio de intereses foráneos, cediendo nuestras fuerzas armadas a la tutela de potencias extranjeras y permitiendo que nuestra política internacional sea dictada desde fuera. Mientras enarbola un falso nacionalismo, en la práctica nos convierte en una colonia moderna.
Y ahora, ¿con qué cara se presentará este 27 de febrero ante el pueblo dominicano? No tiene cara para el pueblo, porque nunca ha gobernado para él. Su verdadera audiencia será la oligarquía, los empresarios que han hallado en él un administrador leal de sus intereses. Se presentará ante sus socios de siempre: aquellos que han hecho de la traición a la patria su modo de vida, aquellos que han cambiado los sueños de Juan Pablo Duarte y el sacrificio de nuestros mártires y héroes por el brillo de las monedas extranjeras.
Pero la historia juzgará y el pueblo sabrá castigar a los culpables pues, la misma sangre de los restauradores que expulsaron al invasor, la misma rabia que encendió la Revolución de Abril, sigue corriendo por las venas del pueblo dominicano. Y un día, no muy lejano, la patria traicionada se levantará para cobrar su deuda.
Felipe Lora Longo
26 de febrero del 2025