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MARIO PEÑA COMBATIENTE IGNORADO

“El 27 cuando entraron los tanques y los guardias del CEFA, yo y un grupo nos atrincheramos en los patios y callejones de los barrios Guachupita y los Gandules”.

Fuente: Perfil de Tirso Medrano


Yo soy Mario Peña, nací en la calle Altagracia número 61 del barrio San Carlos, un 27 de mayo de 1940. Desde pequeño tuve que trabajar duro junto a mi hermano Pedro Peña, haciendo cualquier cosa para vivir pero sin hacer lo mal echo. Llegue tan solo a un tercer curso de la primaria en la escuela Perú.

Desde adolescente trabaje fundición de cardero en la Fundición de Efraín Gonzales, en la Nicolás de Ovando. El 24 de abril me cogió trabajando en el cementerio de la Máximo Gómez, pintando y desyerbando tumbas.

En seguida Salí para mi casa. Yo vivía en Los Gandules, cuando llego encuentro a los muchachos del barrio preparando sus bombas molotov y como yo pertenecía al Partido Revolucionario Dominicano, me integre a los trabajos preparativos de defensa del Puente Duarte.

En todas las casas solo se escuchaba a una solo emisora. Radio Televisión Dominicana. El 25 temprano en la mañana salimos un grupo hacia a la cabeza del puente y nos paramos junto a la multitud en la rotonda del puente. Yo al igual que los que me acompañaban solo teníamos palos y machetes. Yo portaba un bate. El gentío era enorme, me fui caminando hacia la incineradora donde había menos gentes y como a las 2 de la tarde empiezan los aviones a ametrallar a la multitud.

Mi hermano y yo nos metimos debajo de un camión de recoger la basura al que llamábamos ¨cole pato¨, en el acto una ráfaga y otra ráfaga y en menos de un minuto todo era sangre y cuerpos esparcidos por el suelo. Halé a mi hermano Pedro Peña, que estaba bañado de sangre ajena y nos metimos en la incineradora; luego salimos huyendo hacia el sector denominado el Caliche, de ahí dimos la vuelta y cogimos de nuevo para la cabeza del puente. Había muchos muertos y gentes dando alaridos de dolor de muerte.



El 26, llego un camión regando armas, pero yo no pude conseguir una. Seguíamos detrás de los que las tenían. El 27 cuando entraron los tanques y los guardias del CEFA, yo y un grupo nos atrincheramos en los patios y callejones de los barrios Guachupita y los Gandules. A los guardias que la multitud cogía los desnudaban, les laceraban el cuerpo con machetes y palos y después vivos o muertos les pegaban fuego. Era un pueblo indignado, cobrándose los maltratos y abusos recibidos.

El 28, nos dedicamos a recoger y enterrar nuestros muertos en los solares, patios y aceras. En fosas comunes. A los guardias enemigos del pueblo y policías los lanzábamos al rio Ozama. El hedor a carne humana era pestilente.

El 29 los soldados de intervención inundaban el cielo con sus helicópteros cargados de jeeps, tanques y camiones, tomando control de la ciudad de Santo Domingo y abasteciendo a los soldados golpistas de San Isidro.

El 30 yo estuve en el asalto a la Fortaleza Ozama donde tenían su cuartel la temible policía antimotines denominada Casco Blanco. Allí yo conseguí mi primera arma, una ametralladora San Cristóbal.

Después del 15 al 26 de mayo, denominado ¨Operación Limpieza¨, hazaña genocida que ordeno el gobierno de Reconstrucción Nacional y dirigió otro genocida; tuve que abandonar mi casa en Los Guandules, ya que según las malas lenguas del sector, los guardias del CEFA, me andaban buscando para matarme. Tuve que irme a Ciudad Nueva y me incorpore al comando Ramón Ramírez, en la calle 19 de Marzo, esquina Arzobispo Portes, en Ciudad Nueva. El primer comandante lo era el señor Alcides Santos Suero; después fue cambiado por el ex-sargento del Ejercito Nacional Alexis Moronta.

El 15 y el 16 de junio, estuvimos combatiendo en Santa Bárbara, Borojol, Villa Francisca junto con Tina Rivas (Tina Bazuca), Nati Andújar (La China), Belkis Maldonado, Gladys Borrel (La Coronela), Argentina Macario y un grupo de mujeres jóvenes y adolescentes que nos seguían en todos los combates tirando plomo también. Otras pasándonos los plomos; mientras desde los callejones salían con piedras en las manos mujeres de todas las edades y hombres adultos y adolescentes, desafiando las metrallas. Y vociando sin parar como si fuera un coro interminable: ¡Go home Yaqui! ¡Go home Yaqui! ¡Go home Yaqui! ¡Go home Yaqui!

-El 17 de junio, después del cese de los combates, íbamos un grupo como de 18 combatientes desarmados por la avenida Mella esquina Arzobispo Meriño. Eran más o menos las 5 de la tarde y un contingente de soldados yanquis nos interceptó haciéndonos prisioneros. Nos montaron en un camión militar y nos llevaron a la iglesia católica del ensanche Ozama y después de varias preguntas nos pusieron fichas numeradas. Yo era la ficha número 10 y mi hermano Pedro Peña, la numero 11. De ahí nos llevaron a San Souci, donde nos encerraron en una carpa. Donde duramos 10 días. Interrogándonos todos los días a las 12 de la noche con preguntas necias tales como: ¡Donde queda Ciudad Nueva! ¡Cuánto americanos ha matado usted! Luego venia un soldado puertorriqueño y nos decía: -¡Digan la verdad o si no, se los vamos a llevar a los guardias del CEFA, para que se los coman vivos! ¡jajajajaja!-

En las madrugadas nos tiraban pegotes de barros, lodos y arenas mojadas. Al cumplir los 10 días presos; en la mañana me llaman a mí y a mi hermano, por nuestros nombres y los números. Cuando miramos tras las alambradas, era nuestra madre que al vernos se desplomo llorando. Cayó con ataques.

En la tardecita de ese mismo día, como a las 5 más o menos, nos montaron en un camión a todos y nos desmontaron en la cabeza del Puente Duarte, en la entrada de la ciudad. Allí había un contingente de soldados del CEFA, acantonado. Uno de ellos con el rango de sargento me llamo -¡Ei, mira! ¡Parece ahí!! Al de la media roja!- No quería pararme, no quería mirar hacia tras. El miedo me sobrecogió; pensé, si huyo me van a disparar y volteé la cabeza despacito. Y acercándoseme me dijo -¡No te acuerda de mí. Tu tío me salvo la vida, ahí en La Cañita; cuando una turba me iban a matar el 27 de abril en la noche!- Me dio una palmada en la espalda y me dijo bien bajito –Quístate esas medias rojas, que tenemos ordenes de detener a los que tengan media o camisa roja por comunista.-

De una vez me fui para la Zona Constitucionalista y me reporte a mi comando. En ese comando conocí de cerca a muchos líderes; allí comían con nosotros José Francisco Peña Gómez, Franklin Almeyda, Soriano y muchos líderes más; todos juntos como hermanos.

En la Academia Militar 24 de Abril, me dio entrenamiento militar Amín Abel Hasbun. Yo hacía servicio nocturno y me hicieron Cabo de la Revolución.
Los domingos presentaban carteleras de lucha libres en el Eugenio María de Hostos con los luchadores Jack Veneno, El Silencioso, Vampiro Cao, Rey Namur, El Vudú, El Árabe, El Bucanero y otros. También presentaban artistas como Elenita Santos, Cambumbo, Johnny Ventura, Cuco Valoy, Feliz del Rosario, Julito D’Champs, El Pera, Aníbal de Peña y otros.

Al terminar la revolución y guerra patria, vino la persecución. Yo dure 7 años sin trabajos. Mi madre me dijo que no hablara con nadie sobre la revolución y si me hablaban que dijera que yo estaba en el campo. En el carnaval del 27 de febrero y del 16 de Agosto, yo me disfrazaba. Pertenecía a ¨Los Indios de San Carlos¨. Yo representaba a Guarionex. Mi madre me prohibió que me disfrazara para evitar que me mataran ya que muchos se disfrazaban para ejercer la venganza.

Gracias a un compadre en el año 1976, me consiguió un trabajo de seguridad en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, donde dure 35 años y salí pensionado.

Nota: Para conocer otros combatientes ignorados visite el portal de
Tirso Medaro pulsando AQUI

Tirso Medarno, Director de Héroes Anónimos de Abril
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