Por Felipe Lora Longo
He leído, en MUCHISMOS artículos de opinión, que la relación entre República Dominicana y Haití, especialmente en lo referente a la construcción del canal, es compleja. Por lo menos así la pintan la mayoría de los articulistas dominicanos, especialmente los que nadan entre dos aguas.
Pero yo, un lego en el asunto, no lo veo de esa forma pues, para mí la situación es muy simple. La relación actual entre República Dominicana y Haití es el producto natural de cientos de años de Complejo de Superioridad, de chantaje, de oportunismo, de avaricia, de racismo y de “mentiras históricas” que una nación ejerce sobre la otra.
En RD estamos a acostumbrados a demandar que, si pisamos el pie de Haití, esta nos pida disculpa por haber colocado su pie debajo del nuestro.
En ese sentido, el hecho de que República Dominicana ha construido al menos once proyectos hidráulicos en la cuenca del río Masacre sin comunicar ni mucho menos consultar al gobierno haitiano no ha jugado ningún papel en el cacareo gubernamental ni mucho menos en las denuncias y amenazas del nacionalismo.
Según el Diario Libre del 15 de septiembre del 2023, la República Dominicana, siempre ha gestionado de manera unilateral y abusiva el río Masacre. Hasta la fecha, la parte dominicana ha construido 11 obras, incluidos dos acueductos en Castellar-Loma de Cabrera y Dajabón, dos presas en Cabeza de Caballo y Los Miches, y cinco canales de riego en Juan Calvo, La Aduana, Los Veteranos, El Coco y Don Pedro.
¿Quiénes dijeron que eso representaba una violación de los principios del derecho internacional y de los acuerdos bilaterales entre ambas naciones, y que estipulan la necesidad de una gestión conjunta y colaborativa de los recursos hídricos compartidos?
¿Quiénes se quejan de que estos proyectos, que incluyen represas, canales de riego y otras infraestructuras, han tenido y tienen un impacto significativo en el caudal y la calidad del agua del río Masacre, afectando a las comunidades haitianas que dependen de este recurso para su subsistencia y bienestar?
Sin ser experto puedo fácilmente alegar que esos proyectos han disminuido del caudal del río y la contaminación resultante de las actividades agrícolas y pecuarias en nuestro lado ha exacerbado la ya precaria situación del acceso al agua potable en Haití.
Es crucial que República Dominicana adopte una postura de solidaridad y responsabilidad en la gestión de los recursos hídricos compartidos. Es necesario establecer mecanismos de diálogo y negociación que permitan a ambos países llegar a acuerdos equitativos y sostenibles en relación con el uso del río Masacre y otros recursos hídricos comunes.
Cerrar frontera, demandar la intervención armada y cacarear en busca del voto del insignificante grupo de “nacionalistas” no es ni será la solución. Esa estrategia nos ha colocado en la palestra pública internacional y ha agregado otra mancha oscura a las muchas que ya tenemos por los maltratos que les hemos infringido a nuestros hermanos y vecinos haitianos.
Felipe Lora Longo
13/10/23
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