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Zonas Inundadas: Como Jimaní en el 2007, en la Edad de Piedra

Por Felipe Lora Longo

En la Edad de Piedra
No es la primera vez que tragedias que pueden ser evitadas, una y otra vez, nos enlutan.
Pensé que aprenderíamos la lección de Jimaní.
Me equivoqué y por eso repito:

República Dominicana, donde existe uno de los sistemas de comunicación mas avanzados del área, donde los carros del año se ven a montón, donde la televisión por cable esta a la par con los adelantos tecnológico y donde el sistema bancario no se derrumba aunque le hagan el hoyo de Banniter ha sufrido una gran tragedia.

Quisqueya, la tierra amada de mas de 9 millones de personas, donde las mansiones millonarias, los edificios de lujos y los modernos centros comerciales se ven a granel; donde hay mas periódicos, canales televisivos y emisoras de radio, per cápita, que en muchas de las potencias económicas mundiales, esta de luto.

Nosotros, que poseemos mas “universidades” que muchos países desarrollados, mas médicos que cualquier país saludable, mas guardias que cualquier país guerrero, mas ingenieros que cualquier país industrializado, mas habitaciones para turistas que turistas que nos visitan y mas políticos que gente común, todavía vivimos en la edad de piedra.

Somos una nación donde el valor humano, donde las necesidades básicas del pueblo, donde la seguridad personal de los dominicanos “infortunados” no vale un centavo. En este sentido, nos encontramos tan atrasados que no hay referencia para compararnos.

¡En pleno siglo 21, en nuestra nación, mueren decenas de ciudadanos por las inundaciones de aguaceros anunciados!

¡A estas alturas, nuestro país usa fosas comunes para enterrar cadáveres que no han sido identificados!

En la era de la comunicación, nuestro país sigue tratando a los pobres como objetos que solo toman vigencia cuando ocurre este tipo de catástrofe, cuando llegan las elecciones o cuando en una yola destartalada, llegan a “Los Paises” y comienza, si llegan vivos, a enviar las divisas que pagaran por los salarios de quienes los ignoraron.

¡Que pena! ¡Que atrasados estamos!
Los valores humanos, la moral y la decencia sólo se presentan cuando la tragedia es tan grande que casi nos toca personalmente.

La Tragedia de Jimaní nos enseñó absolutamente nada.
No es la primera vez que tragedias que pueden ser evitadas, una y otra vez, nos enlutan.
No es la primera vez que la población se desborda en acciones y actos de solidaridad.
No será la primera vez que las victimas de la ineptitud y de la indiferencia morirán en vano.

La Tragedia de Jimaní nos enseñó absolutamente nada.
Nadie hizo nada para salvar las vidas de esas decenas de dominicanos. Nadie, ni remotamente, trató de solucionar o de resolver los problemas que causaron esta tragedia. Nadie trató de educar a los dominicanos que murieron por la indiferencia nuestra, de nosotros los dominicanos.

Reto a los responsables de velar por el bienestar de todos los dominicanos, pobres y ricos, a que dediquen, aunque sea una reunión en sus modernas oficinas donde se busquen, o por lo menos se pretenda pretenda buscar soluciones para que esta tragedia digna del siglo 18 no vuelva a suceder.

La Tragedia de Jimaní nos enseñó absolutamente nada.
Todos somos culpables y es por eso que todos debemos prometerle a los que perdieron sus vidas que esta vez haremos algo para que, nunca mas, muera un dominicano por los efectos de una tormenta anunciada.
La Tragedia de Jimaní nos enseñó absolutamente nada.

Felipe Lora Longo
felipe @ lora.org
13 de diciembre del 2007


Nota: Este trabajo se publico en reacción al desfogue (abrir las compuertas para evitar una mayor tragedia) que se inició a las 11 de la noche del 11 de diciembre del 2007, cuando el nivel de la presa alcanzó 327.65 metros, 15 metros más que el nivel máximo.

Ver original aqui: Como Jimaní, en la Edad de Piedra
Ver solución propuesta para evitar muertes por crecidas nocturnas de los ríos.
Alarma contra las tormentas

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