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La clase dominante y la izquierda en la cuestión de la táctica y la estrategia.

A propósito de los planteamientos de Chaljub y Narciso.

Por: Juan Fermín.
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Esta segunda entrega de mi participación en el actual debate de ideas, en la presente etapa histórica de la izquierda dominicana, tiene como propósito, contribuir a fortalecer la Educación Popular, desde donde se busca desnudar vicios y fallas que son evidentes en el movimiento. Queremos dejar sentado, la existencia de dos corrientes en el pensamiento político, en las ideas, en los métodos, en las prácticas y, en las visiones del mundo, las que son diametralmente opuestas, no solo con las clases dominantes, sino también, al interior de la izquierda. (Ver primera parte aquí)

Con la existencia de dos corrientes políticas: a)  la que sustenta el carácter de la revolución democrática burguesa nacional y b) la que sustenta el carácter de la revolución socialista; estas dos corrientes se diferencian en la visión política ideológica, filosófica, cultural y ética y, además, puede también verse que cada una tiene en su periferia otros matices, cuyos propósitos son, estacionarse en la ambivalencia, en lo ecléctico y en el distanciamiento con la estrategia revolucionaria y la radicalidad dialéctica materialista, no han estados convencidos de asumir la esencia para educar socializar agitar y movilizarse con la esencia del pensamiento socialista para la lucha por el poder.

Entre las dos corrientes políticas que asumen una determinada característica de la revolución han persistidos viejas interpretaciones dogmáticas de la teoría marxista,  articulada a la errática práctica política y a los métodos políticos empleados para encarar los desafíos del poder. Uno de los vicios y fallas es, la ausencia de la autocrítica como balance de una izquierda comunista, en lo que está presente el factor de la subjetividad, lo ético y la experiencia de  toda dirección revolucionaria,  lo que ha llevado a la confusión ideológica y a la liquidación de líneas políticas, donde tácticas políticas de la década de 1970, son desempolvadas y aplicadas, sin poder dar explicación científica en el presente.

Por largos años no se manejaron posiciones políticas correcta surgida por el problema del seguidismo internacional; y en los últimos anos continuamos en esa misma dirección, hoy no se expresa ni se procurara aplicar la realidad concreta de la sociedad dominicana, que exprese y procure aplicar las categorías y los conceptos del marxismo revolucionario; y no las categorías y los conceptos utilizados por los gobiernos del progresismo y otros procesos políticos. En este sentido, se continua interiorizando o asumiendo el discurso colonizador del enemigo, por lo que, “la dominación no solo está afuera, también está dentro de nosotros mismos”.

Estamos observando que hay un comportamiento que expresa una conducta guiada por la ausencia del espíritu renovador y de clases, evidenciando los viejos vicios, como el oportunismo,  el sectarismo, el dogmatismo, las zancadillas, el inmediatismo practicista, y el ausentismo político. Mientras tanto que existe un cierto desarrollo disperso inspirado en nuevas ideas y en la nueva praxis política marxista, pero que no ha podido articular ni aglutinar las voluntades que asuman definitivamente el carácter socialista de la revolución en sus principios fundamentales, que resuma y ponga en práctica la historia del pensamiento  socialista en la Republica Dominicana de raigambre proletaria.

Es urgente y necesario producir la ruptura con el pasado, sus viejos vicios y fallos, para poder reorientar las próximas acciones desde el estudio de la formación social de la Republica Dominicana y de las relaciones de producción, en las que se expresan las contradicciones, sin las acostumbradas contradicciones de clases. Si urgente y necesario es lo anteriormente señalado, demás esta decir, que hay que darle calor a la formación del partido marxista revolucionario, para que asuma y oriente las bases de la teoría socialista y comunista, cuya creación tiene que venir desde abajo, con los trabajadores, los campesinos, las mujeres y la juventud, donde esté lo más granado de los revolucionarios y las revolucionarias que han persistido, enarbolado y defendido la teoría, la práctica política, y que éticamente, enarbolan los valores comunistas.

  En cambio, se está observando, que la izquierda reformista, etapista e institucionalista, pretende emplear figuras literarias del posmodernismo, para definir el carácter de la revolución, la que asumen, en un determinado momento, como democrática antiimperialista y en otro momento dicen que es democrática nacional, pero en el fondo, ocultan decir, que históricamente este tipo de revolución, se ha conocido como revolución democrática burguesa. Por eso, avergonzados de la teoría política enarbolada, no traducen con fidelidad el cuerpo teórico de esta concepción política que viene desde el llamado de la formación de los frentes antifascistas, trayéndola mecánicamente hasta este momento, en que se evidencia la ausencia de la burguesía nacionalista.

De esta original corriente política reformista se ha desprendido una franja evolucionista hacia la periferia, pero sin perder su esencia política ideológica socialdemócrata; así tenemos el reformismo centrista el que, en resumen, se identifica con los gobiernos del progresismo existentes  en varios países latinoamericanos, donde  hay tendencias que hablan de socialismo, pero que han dejado de lado el marxismo revolucionario y la propia producción teórica de Carlos Marx. Al final, la izquierda reformista y etapista,  acostumbrada a no hacer política con la identidad marxista comunista, en vez de ir al pueblo y a los trabajadores hablando de socialismo, lo hacen a nombre de la “apoliticidad” de la práctica política.

La corriente política ideológica en el movimiento de la izquierda dominicana, que sin estrategia de poder, están creyendo que únicamente, con la participación electoral, podrán llegar al poder sin confrontarse con las clases dominantes. De esta corriente original reformista y de la periferia centrista, se entrecruza el proceder político, ideológico de continuar marginando el conocimiento de la formación social dominicana.

  A parte de lo manifestado más arriba, tenemos el contenido de un audio puesto a circular, con la voz del señor Narciso Isa Conde, el cual inicia diciendo que, “cuanta falta, cuanta necesidad hay de una izquierda…anticapitalista, transformadora”… que “cuestione a fondo la dominación imperialista…que es la matriz fundamental de la corrupción”. En principio, Narciso olvida la existencia de dos corrientes políticas ideológicas en la izquierda dominicana, la primera se limita a la lucha por reformas económicas, políticas y sociales, luchas políticas que caracterizan la revolución burguesa; la segunda corriente política, levanta el carácter socialista de la revolución.

Narciso, con su discurso político, no se centra en que hay que reagrupar y coordinar la corriente socialista comunista y superar las herencias del pasado, y no comprende que para desarrollar la tarea política señalada, hay que separarse de la periferia comunista, y la fraseología seudo-revolucionaria, en la que ha estado estacionado el Movimiento Caamanista (MC), y Narciso, como coordinador político. La ambivalencia y el eclecticismo de estos, y de la izquierda reformista, son observados en el presente proceso que se desarrolla buscando contribuir con la construcción de un Referente de la Izquierda Dominicana (RID) donde,  una parte de esa izquierda se dejó ver en los dos encuentros realizados asignándose calidad de “observadores”  mientras agilizaban proyectos políticos paralelos, y otros, continuaron envuelto en el proyecto pero sin asumir compromiso. Hoy, esas dos corrientes están totalmente aisladas del proyecto del referente y se han constituido en la contra-revolución dentro de este proceso  revolucionario promoviendo las divisiones y la dispersión.

La llamada izquierda transformadora es decorosa, pero esto no basta, tiene una expresión malsonante, en la concepción y en las tareas del movimiento como corriente socialista y comunista, esta debe dejar de estar,  en lo que hemos llamado la periferia de la teoría y la practica política e identificarse eminentemente socialista y comunista, para poder insertarse en una configuración de poder y contribuir a producir la transformación de lo que conocemos como izquierda. Además, para participar en la transformación del sistema capitalista y destruir sus viejas instituciones opresoras, se debe contar con los sujetos más revolucionarios, el proletariado y lo más avanzado del bloque explotado y oprimido.

Narciso habla de la “izquierda transformadora”, sin precisar, el carácter de la revolución que sustenta, ni señala cuales son los sujetos que encabezaran la tarea de la transformación social, y que sistema económico sustituirá al sistema capitalista. Esta falla se ha expresado por años en su discurso político. No se le habla al pueblo con claridad, que no habrá transformación de carácter radical, si continuamos manteniendo un discurso que no aterriza, aislado, malsonante,  separado y al margen de los movimientos de las masas populares y sin la formación del partido comunista.

El proceso revolucionario dominicano precisa que comencemos a construir la hegemonía socialista comunista, con las manos proletarias, donde está la urgente formación política, y la real praxis revolucionaria, en este momento, dentro de la fase correspondiente a la nueva correlación de fuerzas, donde la militancia debe armarse con el socialismo científico, la producción teórica de Marx y los mejores discípulos; es imperioso combatir el simple electoralismo, porque se dispone a ocular la estrategia revolucionaria en lucha por el poder; promoviendo las luchas economicistas y la hueca unidad de acción, las que no proyectan ninguna posibilidad de conquistar ni transformar el poder burgués; políticas que son el arma fundamental de la izquierda reformista, quienes les temen a la definición, construcción y aplicación de la estrategia revolucionaria, por sentir perder la “bondad y la amabilidad” de las alianzas con la supuesta ” burguesía nacional”.

La izquierda reformista institucionalista ha legitimado las instituciones del sistema capitalista, la política del “consenso” social patrocinado por las clases dominantes, quienes se benefician de la aplicación de la política reformista, porque no se trabaja en la organización de la clase obrera, con la finalidad de luchar para profundizar las contradicciones de clases. Los conciliadores quieren “tranquilidad” social para simplemente ir a participar en las votaciones del 2024, sin hacer un trabajo organizativo ni de orientación de clases, porque tienen la intención de que se prolongue la existencia del sistema capitalista, según dicen, con más capitalismo hay mayor desarrollo, y con esto, luego se podrá luchar por el socialismo,  como segunda etapa de la revolución.

La corriente política ideológica socialista sumida en la dispersión orgánica, pero con presencia en la izquierda independiente, en el pueblo y los trabajadores,  tiene que hacerle frente a su propia historia, a la historicidad producida en el sistema (Capitalista) con la emergencia de la resistencia junto al pueblo. Se puede escuchar y ver el video de Narciso, en el que cae en eufóricas y bravías consignas agitadoras, en las que se expresa, “cuanta necesidad hay de una izquierda…anticapitalista, transformadora”, esta consigna se convierte en una simple fraseología revolucionaria,  cuando no está articulada con la política organizativa, formadora y movilizadora, se queda distante y al margen de las masas, porque si no hay política organizadora, con vanguardia revolucionaria y con vanguardia de masas, no habrá la transformación anunciada, al menos que no se esté levantando política anarquista, espontaneaste, inmediatista y no el marxismo comunista radical.

La izquierda reformista, etapista e institucionalista, ligada a una franja  “liberal socialdemócrata”, otrora conservadora, cree que estos han elevado el nivel de la conciencia, por eso, todos se encuentran empeñados en utilizar la figura de El Moreno. Estos, con la magia oportunista, levantan a Pena Gómez como fundación, con dos figuras políticas diametralmente diferentes, traen la actividad desde lejos, desde el pasado de las alianzas políticas del Acuerdo de Santiago, creen estar en los mismos tiempos, en la misma coyuntura, mecanicistas como tal, no han visto los cambios, expresado en la dialéctica; hacer fusión de la historia, es manipular el presente. “Así no se construye una identidad política ideológica entre las masas populares que logre reunir a la juventud rebelde y a la clase trabajadora combativa, en función de un proyecto de emancipación radical”.

El proceder político de la corriente reformista, pretende reírse de la época actual para situarse en una coyuntura y enarbolar su antiquísima política, con la que se busca degenerar y desincentivar la nueva subjetividad socialista, respuesta actual al sistema capitalista; el reformismo, abanderado de prolongar el sistema burgués, para tener “mayor desarrollo” y luego luchar por el socialismo, se expresa en una proclama política del señor Chaljub Mejia, cuando en un acto político, hablando a nombre del Congreso Cívico, dijo que éste era “un movimiento apolítico“;  el planteamiento de “apolítico” del señor Chajlub, tiene un contenido político e ideológico desorientador, lo que constituye una negación a la teoría comunista elaborada por los clásicos del marxismo leninismo.

Si mediante “un movimiento apolítico” se busca llegar al gobierno, entonces, el mensaje confunde a la clase obrera, Y es que ¿no hace falta un partido de clases para que los trabajadores luchen por el poder? Al plantear llegar al gobierno, con “un movimiento apolítico”, se está asumiendo el peor de los conservadurismos que existiera en la sociedad dominicana en el siglo XIX y después, pero a estos, solamente les preocupa la táctica, sin darle importancia a la estrategia revolucionaria. Tampoco han podido tomar en consideración la época actual, pues se han concentrados en  trabajar para la participación electoral sin discutir la estrategia revolucionaria de poder, para que el movimiento revolucionario se ponga en condiciones y a la altura, en otros terrenos, de confrontar la hegemonía de la clase dominante.

No podemos creer, que con la simple participación electoral se transformara el sistema burgués; en la izquierda socialista comunista no podemos continuar asumiendo las iniciativas y la agenda de los enemigos de clases, como si el sistema fuera eterno, pero que vamos hacer con la cuestión del poder, no se puede hablar de un marxismo institucional, para acomodar el análisis a una visión política ideológica unilateral; nos preguntamos, ¿por qué se ha estado abandonando el marxismo rebelde y radical presente en la producción teórica de Carlos Marx?

Por otro lado, Narciso, el Movimiento Caamañista y los demás grupos que están en la periferia del proyecto socialista comunista, se están quedando en la endeble difusión de fraseologías revolucionarias, sin comprender que hay que construir la identidad socialista para reorganizar a mujeres y hombres, revolucionarios y revolucionarias y, a lo más avanzado de los trabajadores que están dispersos; que hay que construir una vanguardia revolucionaria con las características de una corriente socialista comunista, para ir a organizar, formar, agitar y movilizarse junto a los trabajadores, los campesinos, las mujeres y la juventud, donde la táctica tenga su función, pero sobre todo, que la estrategia sea quien guie los pasos revolucionarios.

 Que ¿por qué, venimos señalando la urgencia de organizar el real partido comunista y combativo junto a las masas? Sencillamente, porque no podemos continuar observando el desarrollo de las luchas espontaneas o con cierta organización, sin que se contribuya a organizar entre las organizaciones populares, las masas y el partido, para que las luchas espontaneas no sigan convirtiéndose en fugases espejismos, porque por lo regular, estas luchas han sido ineficaces para continuar acumulando conciencia y fuerzas sociales, que permitan la confrontación con el Estado capitalista y sus instituciones, en la lucha por el poder.

El partido tiene que darle seguimiento a las contradicciones de clases, según se producen las crisis al interior del sistema burgués imperialista, porque queda evidenciado que tarde o temprano habrá confrontación en todos los niveles, con las instituciones y los aparatos violentos del Estado capitalista.

La historia nacional e internacional nos enseña, que “no habrá revoluciones de verdad sin combate antiimperialista y anticapitalista, por lo que no podemos proclamar, la “necesidad de una izquierda…transformadora”, sin dar claridad, sin aportar a la formación política ni señalar quienes son los sujetos combatientes. “Debemos dar la batalla ideológica para legitimar en el seno de nuestro pueblo la violencia plebeya, popular, obrera y anticapitalista”, la justa violencia de abajo frente a la injusticia de arriba”.

El partido y las organizaciones de masas que dirijan las luchas sociales, tienen que indicar el camino estratégico, no la permanente y cotidianas “tácticas” políticas de conveniencias grupales o personales. “La verdadera revolución socialista no es propiedad de ningún sello. Ésta se construirá en el dialogo colectivo entre las organizaciones radicales y los movimientos sociales”.
“Las Vanguardias’, con la consigna, de que hay que contribuir a construir ‘Vanguardia de masas”.

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